martes, 4 de mayo de 2010

“Les hice estar a diente limpio en todas sus ciudades, y hubo falta de pan en todos sus pueblos; mas no se volvieron a mí, dice Jehová. También les detuve la lluvia tres meses antes de la cosecha…y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no se volvieron a mí, dice Jehová.”. Amos cap. 4 versos 6 al 8.

Cuán triste es cuando el Dios Todopoderoso castiga a una persona, familia, ciudad o país, con periodos de sequías y hambrunas, y en vez de estos ser medios para el ser humano Humillarse delante de Dios, Clamarle Misericordia y Perdón por Todos sus Pecados y Rebeliones cometidas contra El, este se vuelva mas terco, mas obstinado, y profundice mas en sus pecados; siendo estos la causa Única y Principal de dichos periodos de aflicción.

Mientras que Dios en su Justicia y su Bondad, quiere utilizar estos periodos como un Instrumento para traer al ser humano pecador, de sus malos caminos a El; este se adhiere a ellos. No quiere ni desea abandonarlos.

Por dice Dios: Les detuve la lluvia; hice que se perdieran sus cosechas; hice venir sobre ustedes hambrunas; con el Único Objetivo de que se convirtieran a mi; de que se Arrepintieran de sus pecados, y se refugiaran en mi Misericordia revelada en Jesucristo.

Sin embargo, aquí podemos darnos cuenta, de que si no ocurre un milagro Resucitador dentro del ser humano pecador, este Nunca Buscaría a Dios, adecuadamente; sino que mas bien, se alejaría mas de El. Por esta razón decía nuestro Señor Jesucristo, en Juan cap. 6 verso 44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Si Dios el Padre, no lleva a un ser humano pecador a Jesucristo, por medio de la Obra Resucitadora espiritual de Dios Espíritu Santo, este Nunca abandonaría su actitud terca, rebelde y obstinada contra Dios.

Pero, que Grato es Saber que aunque por nosotros mismos nunca iríamos a Dios, El decide llevarnos a El; El decide quebrantar ese corazón duro y terco; y llevarnos a Clamarle: ¡Señor ten Misericordia de mí, y perdona a este terco pecador; y transfórmalo para servirte hoy y por siempre! ¡Amen!

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