(Primera Publicación de Dos (1 de
2))
Lo Primero que Dios el Gran SEÑOR nos Enseña aquí es:
QUE ES LA
VARA DISCIPLINADORA DEL GRAN SEÑOR, LA CAUSA PRINCIPAL DE TANTAS ENFERMEDADES Y
MUERTES, DENTRO DE SU IGLESIA, DE SU PUEBLO:
“30. Por eso hay muchos enfermos… y muchos han
muerto… 32. Pero siendo juzgados, somos castigados por el Señor...”
Cuando un
Discípulo del Señor JESÚS el Cristo o Cristiano, está enfermo, antes de pensar
ir a los médicos humanos que Dios nos ha dado y a quiénes ha capacitado para su
oficio, antes de pensar ir a ellos, debe Primero acudir a su Gran SEÑOR, que es
su Gran Médico, no solo a pedirle que si Él quiere, que por favor le sane de su
quebranto físico; sino, todavía mas importante, a Pedirle que examine su
Conducta, sus Pensamientos, y su Alma o Espíritu, para haber si hay Pecados
cometidos y no Confesados a Él, por el que le esté llegando dicho quebranto.
El
olvidar esto, ha hecho que muchos Discípulos o cristianos se pregunten, en ocasiones:
Pero,
¿por qué es que yo no salgo de un quebranto?, o, ¿por qué es que me sano de una
cosa, y me enfermo de otra?, o ¿por qué es que por mas médico que visito no dan
con mi problema?, o ¿por qué es que por mas medicamentos que tomo, continúo con
el mismo quebranto?
Pero al
olvidar examinar sus Conductas, sus Pensamientos, y los pecados guardados en sus
Almas o Espíritus, no son convencidos, de que la razón principal de su o sus
quebrantos es el Castigo de su Gran SEÑOR sobre ellos, para que, de una vez por
todas entiendan, que Él no hace acepción de personas; y que Él, castiga tanto
al Pío como al Impío, tanto al Justo como al Injusto, cuando éstos Transgreden
y Violan sus Mandamientos.
Como Dios
el Gran SEÑOR nos lo recuerda Ezequiel capítulo 33:
“12. Y tú, hijo de ser humano, di a los hijos de tu
pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la
impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y
el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.
13. Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él
confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán
recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo.
14. Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás, si él
se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia,
16. No se le recordará ninguno de sus pecados que había
cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente.
18. Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere
iniquidad, morirá por ello.
19. Y cuando el impío se apartare de su impiedad, e
hiciere según el derecho y la justicia, vivirá por ello.”
Y lo
reitera en Romanos capítulo 2:
“6. el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
11. porque Dios no hace acepción de personas.”
Cuando
las diversas enfermedades que el Gran SEÑOR les manda a sus Discípulos, por
éstos tener pecados no confesados, no hacen que éstos los confiesen, entonces
su castigo se agrava, trayéndole la muerte.
Muertes
extrañas y frecuentes entre los Discípulos del Gran SEÑOR, busquemos la razón
en el Castigo de Él, por estos no haber confesados pecados cometidos.
Vejez
prematura y frecuentes enfermedades entre los Discípulos del Gran SEÑOR,
busquemos la razón en el Castigo de Él, por éstos no haber confesados pecados
cometidos.
Como bien
nos recuerda el hno. rey David que nuestro Gran SEÑOR hizo con él; escuchémoslo
en Salmos 32:
“3. Mientras callé, se envejecieron mis huesos, en mi
gemir todo el día.
4. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano”
¡Oh,
Discípulo o Cristiano, Ven y Confiesas tus Pecados! ¡Evita que la mano
Disciplinaria y Drástica de tu Gran SEÑOR caiga sobre ti, porque no te irá bien!
O ¿No has
leído lo que nuestro Gran SEÑOR le hizo a la pareja de esposos, los hnos.
Ananías y Safira, cómo les mató instantáneamente por éstos haber mentido y
sustraído del precio en que vendieron un inmueble, Pecando contra Él? Escuchémoslo
en Hechos capítulo 5:
“1. Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su
mujer, vendió una heredad,
2. y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y
trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.
3. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la
heredad?
4. Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no
estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los
seres humanos, sino a Dios.
5. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino
un gran temor sobre todos los que lo oyeron.
6. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y
sacándolo, lo sepultaron.
7. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró
su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
8. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendieron en tanto la
heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.
9. Y Pedro le dijo: ¿Por qué te pusiste de acuerdo en
tentar al Espíritu del SEÑOR? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado
a tu marido, y te sacarán a ti.
10. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y
cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron
junto a su marido.
11. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre
todos los que oyeron estas cosas.”
Este
acontecimiento está registrado en la Santísima Escritura, para que tú y yo
TEMAMOS al Gran SEÑOR, y tengamos mucho, pero mucho cuidado, en pecar contra
Él; y si lo hacemos, corramos a humillarnos delante de Él, a Confesarlo, a
pedir Perdón por el mismo, y a apartarnos de volver a cometerlo.
Como Dios
el Gran SEÑOR nos lo Manda en 1ra. de Juan capítulos 2 y 1:
“1. Hijitos míos, estas cosas les escribo para que no
pequen; y si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a JESÚS el
Cristo, el Justo.
9. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
10. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él
mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”
¡Examinemos nuestra Conducta, nuestros
Pensamientos y nuestras Almas o Espíritus, y si encontramos pecados no
confesados, pues confesémoselo, confiados de que por la abogacía de nuestro
Glorioso Señor JESÚS el Cristo, seremos Oídos, Perdonados y Restaurados!
¡Amén!
Lo Segundo que Dios el Gran SEÑOR nos Enseña aquí es:
QUE ES LA
VARA DISCIPLINARIA DEL GRAN SEÑOR, LA CAUSA PRINCIPAL DE TANTOS DÉBILES
ESPIRITUALES, DENTRO DE SU IGLESIA:
“30. Por eso hay muchos… debilitados entre
ustedes
32. Pero siendo juzgados, somos castigados por el Señor…”
Cuando
vemos hermanos que no crecen en la Gracia y en el Conocimiento de nuestro
Bendito Señor JESÚS el Cristo, y por más que escuchan Sermones, leen la
Santísima Escritura, y otros escritos bíblicos, siguen igual, es una Evidencia
de que éstos están bajo la Vara Disciplinaria del SEÑOR, por pecados no
Confesados por éstos.
Éstos
pecados no confesados, les impiden disfrutar del gozo de la salvación, como en
un momento dado, le pasó a nuestro hno. Rey David, cuando éste no había
confesado su pecado de Adulterio, y de cómplice de la muerte de Urías Heteo;
Escuchemos en Salmos 51:
“8. Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos
que has abatido. 12. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me
sustente.”
Como los
pecados no confesados Entristecen a Dios ESPÍRITU SANTO, que habita dentro del
Discípulo o Cristiano, Éste hace, que el mismo se Debilite; y debilitado, no
puede vivir una vida que da gloria al Gran Dios, y que otros deseen vivir; al
contrario, viven vidas dignas de penas y lastimas, con poca fe en la Promesas
del Gran Dios, y con una reducida manifestación externa de la Virtudes de Aquel
que le llamó de las tinieblas a su Luz Admirable.
Pasando
por esta situación, fue que el hno. Rey David Imploró, Rogó y Suplicó al
Grandioso SEÑOR que no quitara de él a Dios ESPÍRITU SANTO, sino que lo
utilizara como un instrumento para devolverle el gozo de haber sido Salvo de Su
Ira, de Su Juicio y de Su Castigo; Escuchemos en Salmos capítulo 51:
“11. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu
santo Espíritu.
12. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me
sustente”
Y Dios el
Gran SEÑOR nos lo reitera en Efesios capítulo 4:
“30. Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el
cual están sellados para el día de la redención.”
Cuando
Dios ESPÍRITU SANTO es entristecido por causa de pecados no confesados por el
Discípulo, éste no solo le da a conciencia de éste, sino que le quita el gozo
de su salvación, y éste actúa como si no tuviera al Santo ESPÍRITU dentro de
él; y, su debilidad espiritual, le es manifiesta a todo lo que interactúan con
él.
¡Oh
Debilucho Discípulo o Cristiano, ven y confiesa tus Pecados ocultos o secretos,
para que tu Gran SEÑOR te Restablezca, y seas Fuerte en Él, por medio de
nuestro Glorioso Señor JESÚS el Cristo! ¡Ven, no te detengas!
O, ¿No has leído, que
solo el justo o Discípulo o Cristiano, corre al SEÑOR, y es levantado, sin importar su estado, ni su condición? Escuchémoslo
en Proverbios capítulo 18:
“10. Torre fuerte es el nombre de SEÑOR (YHWH); a Él
correrá el justo, y será levantado.”
O, ¿tampoco has leído,
que si confiesas tus pecados alcanzará su misericordia, y la Vara Disciplinadora
se alejará de ti? Escuchémoslo en Proverbios capítulo 28:
“13. El que encubre sus pecados no prosperará; pero el que los confiesa
y se aparta alcanzará misericordia.”
¡Oh ven Debilucho Discípulo o Cristiano, ven, Confiesa tus pecados
ocultos, y sé Restaurado, por tu Gran SEÑOR! ¡ Oh ven! Acuérdate que solo son
Bienaventurados aquellos a quiénes nuestro Gran SEÑOR a perdonado su Transgresiones,
cubierto sus pecados, y ya no culpa de iniquidad! Escuchémoslo en Salmos
capítulo 32:
“1. Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pecado.
2. Bienaventurado el ser humano a quien el SEÑOR (YHWH)
no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.”
Por consiguiente:
¡No esperes más,
Humíllate ahora mismo ante su MAJESTAD, Confiesa tus pecados, Pide Perdón por
ellos, Apártate de ellos, y pon tu Fe Regalada en JESÚS el Cristo, nuestro
Abogado, y Único Mediador!
¡Que el
Grandioso Dios, Bendiga ésta su Palabra, y la haga Germinar en nuestros
Corazones!¡Amén!
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