sábado, 9 de octubre de 2010

“29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación.” Dice el Señor en Lucas cap. 2 versos 29 y 30.

¿Podemos nosotros, Hoy, en este Preciso Instante, decirle al Señor, estas mismas palabras que dijo Simeón? ¿Podemos decirle al Señor que nos despida en Paz? ¿Podemos decirle que nos lleve de este mundo, y nos lleve en paz, a su Presencia?

Estas palabras hacen que nos despojemos de toda hipocresía y simulación, y nos Examinemos, real y efectivamente, si somos o No, Discípulos del Señor. Estas declaraciones nos ponen entre la espada y la pared.

Dios, en su Plan Infinito ha Predeterminado, el día y la hora en que cada ser humano va a morir; y no hay forma de extender dicho día; Como bien lo confirma el Señor en Hechos cap. 17 verso 26: “26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;”. Sin embargo, ¿Podemos decir nosotros ahora mismo: “Señor, despides a tu siervo en paz“?

Ahora bien, ¿En qué se basaba Simeón para decir estas palabras? ¿Cuál era su Fundamento?

En Primer Lugar él se basaba: En el Gran Hecho de que él pudo experimental personalmente la Salvación Provista por Dios:

Simeón, había resucitado espiritualmente; había sido hecho nueva criatura por Dios Espíritu Santo, y por tanto, había sido hecho Apto para ver al Salvador, no sólo con los ojos físicos como lo vió, sino todavía más especial, con los ojos de la fe: “9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.” 1ra. a los Corintios cap. 2 versos 9 y 10.

Simeón quedó, tan Emocionado y Satisfecho al ver físicamente al Salvador de su Alma, que le pidió al Señor que lo despidiera de este mundo, bajo la convicción de que ciertamente sería recibido en el Reino de los Cielos; y con la certeza de que Dios había Provisto a Alguien que Padeciera en Lugar Suyo, lo que él merecía padecer en el Lago de fuego y Azufre.

Porque han visto mis ojos tu salvación”: Es decir:
ü He visto, con los ojos de la fe, a Aquel que vino a Salvar a su Pueblo de sus Pecados: “21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Mateo cap. 1 verso 21.
ü He visto, con los ojos de la fe,  a Aquel que vino a poner voluntariamente su Vida por sus Ovejas: “11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” Juan cap. 10 versos 11 y 15.
ü He visto, con los ojos de la fe,  a Aquel que fue Predestinado para Salvar, de una manera Efectiva y Eficazmente a Cada uno de los Integrantes de su Pueblo Elegido: “39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.”Juan cap. 6 versos 39, 44 y 65.

¿Y tú, has visto la salvación de Dios en tu Vida? ¿Has contemplado al Señor Jesucristo como el Único Mediador entre tú, débil y frágil pecador, y el Todopoderoso Dios? ¿Has experimentado en tu propia vida la salvación de Dios? ¿Te has Arrepentido de Todos tus pecados, y los  ha Abandonados? ¿Es Evidente a todos los que te conocen que tú has experimentado la salvación de Dios?

Si todo eso es así, entonces, tu puedes decir, libremente y con confianza: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz.

Pero también, En segundo Lugar, él se basaba: En la Evidencia que Reflejaba, tanto a lo demás como a él mismo, de ser un Obediente a los Mandatos de Dios, expresados en su Santísima Palabra:

En otras palabras: Simeón no sólo decía con su boca que él había experimentado la salvación que viene de parte del Señor, sino también, que él lo Evidenciaba en su diario vivir; Escuchemos el verso 25 del cap. 2 de Lucas: “25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.”.

El era conocido entre sus familiares, vecinos y relacionados, como un “hombre justo y piadoso”. Uno que se caracterizaba por su conducta Santa, Justa y Apartada del pecado.

El era conocido por ser uno que se purificaba así mismo, como el Señor es puro; como Debe ser el comportamiento de todo aquel que espera ser como nuestro Señor Jesucristo en su venida: “2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1ra. Juan cap. 3 versos 2 y 3.

¿Es Evidente a Todo el que te conoce que tu eres un Discípulo de Jesucristo? ¿Es tu vida diaria Coherente con lo que Dios demanda de ti en su Santísima Palabra? ¿Eres conocido por ser una persona Temerosa de Dios, Apartada del pecado y Obediente a lo que Dios dice en su Santísima Palabra?

Acuérdate, que los verdaderos miembros de la familia del Gran Dios Eterno, son aquellos que Escuchan Su Palabra, y la Obedecen en su diario vivir: “20 Y se le avisó, diciendo: Tu mamá y tus hermanos están fuera y quieren verte. 21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi mamá y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” dice el Señor Lucas cap. 8 versos 20 y 21.

Acuérdate que todo verdadero hijo o hija de Dios, vive una vida santa en todas las áreas de su vida: “14 como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían estando en su ignorancia; 15 sino, como aquel que les llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su manera de vivir; 16 porque escrito está: Sean santos, porque yo soy santo.” 1ra. de Pedro cap. 1 versos 14 al 16.

Por tanto, ¿Es tu diario vivir coherente con lo que tu dice ser? ¿Se ve claramente la diferencia entre tu, un hijo de la luz de Cristo, y otro, que es hijo de las tinieblas?

Si todo eso es así, ¡Unámonos en un coro con Simeón, y digamos con seguridad y confianza: “29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación.

Que estas palabras puedan estar, en la mente, en el corazón y en la boca de todo verdadero Discípulo de Jesucristo, a la hora de su muerte física ¡Amén, y Amén!

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